Me despedí de la familia. Estaban todos en la boca del garage abanicando el invisible aire. Pude ver las lágrimas de mi prima en un rostro sonrojado. Los niños miraban aquél extraño casco pero nadie pudo ver lo que dentro ocurría. Un nudo en la garganta y miles de kilómetros por delante. Como en la paleta de colores de un pintor, esa mezcla de colores y cada color una sensación diferente. Dudas, cierta nostalgia por lo que atrás se quedaba, alegría, excitación, una pizca de miedo y una expectación curiosa por ver lo que la aventura iría pintando en un lienzo, el cual se encontraba totalmente difuso.
El destino era llegar a Durban. 610 kilómetros de aburrida autopista pero necesaria. Los primeros 400, fueron como la seda aunque la incomodidad de una moto pequeña se hizo tangible. Los ultimos 200 fuero pasados por agua, haciendo que redujera la velocidad alcanzándome la noche.
Me esperaba Jasques y su familia, en su casa, concretamente en “La Merci” un poco más al norte de Durban, en su casa junto a la playa. Charlamos un rato, me invitaron a cenar, gesto que agradecí enormemente y mientras veían la televisión y sin darme cuenta, me quedé frito sentado en el sofá con una amplia sonrisa por estar ya en la costa y poder oír el rugir del mar tan cerca de mí.
Encontré un BackPacker económico y cerca de la playa. Al sur de Durban, junto a la playa Warner. El objetivo era dejar todos los tiestos y poder comprar la tabla. Jamás pensé que sería tan difícil comprar una tabla de surf en una costa de estas características. Para colmo, el Lunes fue imposible porque era “Ester” una fiesta religiosa que tambien se que se celebra en Suecia. Todo cerrado. Así que fue el martes cuando pude comprarla y de rebote. Me dieron una dirección donde supuestamente había una amplia concentración de tiendas de surf y bastantes tablas de segunda mano. El presupuesto para la tabla era de un máximo de 200€. Finalmente, encontré la zona después de pasar 3 veces por un lugar que no aconsejo que os perdáis en Durban. Con mi casco y con los soportes de la tabla color rosa “furcia” era fácil llamar la atención, haciendo que dos maleantes, en mi tercera parada pretendían que me parara casi tirándose frente a mí. (Cabrones… pensé)

Perdona querido lector, que me pierda de vez en cuando… Y encontré la tienda. Bueno, realmente encontré a un tipo. Le pregunté y me dijo que él era Shaper (Persona que diseña y hace tablas de Surf) Así que me subió a la fabrica. Estuvimos mirando tablas pero ninguna me convencía ni tampoco quería precipitarme, teniendo tres grandes tiendas a la vuelta de la esquina. De repente apareció un señor, Peter Lawson. Un reconocido Shaper y ex surfista profesional. Hablamos, me orientó e incluso me indicó otra tienda. Nos despedimos y fui donde me mandó. Había tres tiendas. Una la descarte por se una marca Californiana y carísima, aunque será muy buena, así que estuve mareando a las otras dos tiendas. No me decidía. Pero entre todas las tablas que miré, había una, que aunque podía ser un poco grande para mis necesidades, es verdad que hacía tiempo que no surfeaba y tambien es cierto que una tabla con más flotabilidad funciona mejor que una pequeña. No soy un profesional del surf, soy de divertirme… y que cojones, tenía pintada la bandera de Sudáfrica y por la gracia de este viaje… molaba.
Me comentaban en la tienda que esa tabla era para un deportista, aunque no me quedó claro después de ver la foto del tipo si era futbolista o Rugby. La desechó porque quería la bandera pero de modo que se pudiese ver desde ambos lados… una pollada del tamaño de un continente. A mi me vino bien. El tipo de la tienda, del cual aun estoy esperando que me mande la foto con Peter Larwson o Lawson … no lo tengo claro, se enrollo bastante. Me hizo descuento, me regalo la funda y el Tail que le colocamos detrás, tambien las killas y me descontó un dinero de la tabla… por lo tanto se quedó en solo 230€… y era totalmente nueva a estrenar… y neopreno, por ahora no es necesario.

Ahora tocaba colocarla en los soportes por primera vez y conducir con ella unos 25 kilómetros hasta llegar al BackPackers “Blue Sky”.
Aquellos soportes, aparte de el amor que echamos en el… iba perfecto. La tabla no quedaba ni cerca ni lejos de la pierna. No molestaba para nada al montarme en la moto, para arrancarla de la única manera que tengo; a patada… Fenomenal. Ya estábamos circulando, la moto, la tabla y yo como una pequeña familia.

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El miércoles por la mañana con el invento montado me fui por primera vez a buscar olas, a probar la tabla, a sentir que el viaje había comenzado de un modo completo. Llegue a la playa de Warner y me fui a “Baggies” Una playa con una preciosa ola de derecha pero nadie en el agua. Había bañistas pero nadie surfeando. Le pregunté al socorrista si había tiburones y me dijo que no… que no muchos. Le volví a preguntar y entendí lo mismo. Pregunté que si podía ir a surfear aquellas olas que se encontraban lejos de los bañistas y confirmo mis intenciones. Sin problemas.
Entré en el agua y estaba como un puchero templado. Llegué al pico y esperé. La primera ola llegó. Remé y al poner mis pies en aquella tabla, las sensaciones fueron de seguridad y placer extremo. No hubo dudas, nos íbamos a llevar muy bien.

 

Por la tardé surfeé en “Pulpit” y al otro día, que es hoy jueves 9… también por la mañana con unas olas aún mayores… Mañana seguimos. Me siento completo y feliz. Gracias a tod@s… SOIS MI GASOLINA.