Estoy en un proceso de transformación de género que me está llevando por unos arduos caminos insospechados anteriormente en mi vida. Cambio importantes para mí y que probablemente a nadie le importe, porque a nadie le debe importar lo que haga o deshaga con mi vida. En un mundo el cual se me antoja, y gracias a las redes sociales y a las consecuencias de tener el mundo en un bolsillo del pantalón con forma de teléfono, un enorme escaparate para lo bueno y lo malo. Una de las cosas que me doy cuenta, no se si usted también, es que hoy en día una de las carreras más “importantes” como “peligrosas” es la de Marketing. No se necesita ser bueno en nada, solo tener buen marketing y por supuesto un trabajo detrás pero sin un buen marketing prácticamente no eres, no existes y por lo tanto no funcionas. Es solo una percepción que no esta seguro si está herrada. Imagino a cantantes huérfanos cuando se va la electricidad y con él el “autúm” ese de los cojones. Hay escritores de moda que en algunos casos sí que son buenos, y en otros casos no tanto, pero si me llega por el medio que sea cierta información sobre uno u otro, casi siempre hay detrás un buen trabajo de marketing. Marketing, halgoriskmos, micrófonos que escuchan para luego mandarte la publicidad según tus deseos, control de búsquedas y una caja llenas de “Cookies” para entrar en lo que sin duda hoy día es nuestro cerebro digital, que no es otra que la extensión de nuestro cuerpo llamada móvil. El objetivo final de toda esta maraña es la venta de algo y por lo tanto finalmente el dinero. Todos esos ríos desembocan en un mismo mar que no deja de ser dinero.
He aceptado lo insignificante que soy en la historia de esta humanidad, lo efímera que será mi vida y probablemente olvidada en un par de generaciones con suerte. No soy nada ni nadie y cada vez me engatusa más la idea de convertirme en la “nada” actual.
Como decía al principio de este texto insignificante, estoy intentando cambiar de género y me di cuenta ayer que hace casi un año que comencé esta transformación. Todo comenzó corriendo, luego quitándome del tabaco, luego el cigarro eléctrico, las relaciones negativas o tóxicas, más ejercicio, menos redes sociales, más lectura e intentar dejar el teléfono más en casa. Cambiar del género “absurdo” “traspantallado” a un genero “libre” no va ser fácil precisamente. La idea es terminar lo antes posible viviendo con un Nokia de los 90 lo antes posible, por lo que había que hacer una prueba de como sería.
En el mundo cibermoderno, hacer 1000 kilómetros en dos días, en una moto china de 150 por carreteras de Mozambique puede ser una gran aventura y probablemente se venda en internet como tal.
A diferencia de los 12 años anteriores, esta vez no se lo contaría a nadie y haría lo que para otros es una aventura, pero sin contárselo a nadie. Para mí y bueno, para mi mujer que me estaba esperando en la capital para ir a una boda.
Lo primero que me di cuenta, como quien se está quitando de fumar y a veces le vienen latigazos del mono, que aunque tuve el amago, no había que hacer la foto de “Salimos” porque en este caso esta palabra solo sonaría en mi cabeza. Fue muy curioso porque aunque tenía la falsa necesidad de compartir, la verdad es que donde antes había búsqueda de encuadres, comentarios sobre como iba la “aventura” y tal, ahora había silencio y la imposibilidad de ver el resultado de mi aceptación social porque no estaba compartiendo nada, encontrando quizás lo más cercano a la libertad que te da la verdadera insignificancia de mi propia persona. ¿Pero quien cojones me creía?
El viaje convertido en aventura sin nombre, fue una tortura por la lógica aplastante que muestra la física al colocar un tío de casi metro ochenta, en una moto que parece sacada de una juguetería más que de una tienda de motos. Pero me gustó la sensación de no estar pegado al teléfono, sin tener que demostrar nada. Está claro que al igual que el tabaco, el cigarro eléctrico o el alcohol, el teléfono es otra adicción y creo que sería necesario en mi transformación de cambio de género encontrar el equilibrio, si existe, en el uso del teléfono en general. Está clarísimo que es una herramienta magnífica y que es la herramienta básica para acelerar cualquier procedimiento cotidiano. Antes para cualquier información había que ir a una biblioteca, ahora solo hay que teclear desde donde encontremos y a la hora que lo necesitemos. Ya sin entrar en la facilidad de encontrar un alojamiento, vuelo, gasolinera… etc, etc. El móvil deja pocas cosas al azar, a la aventura.
En mi cambio de género una de las medidas recientes tomadas por un servidor, ha sido borrar del teléfono las redes sociales con la idea de ganarle tiempo al tiempo y convertir horas de comparación ajena y deslizamientos con el dedo, a más horas de lectura. ¿Conseguiré vivir sin el smartphone? ¿Quiero vivir sin él? No lo sé y tampoco sé si esto es como el alcohol, que no hay medias tintas y el alcohólico sabe que cuando bebe o si vuelve a beber será todo o nada. Lo que sí tengo claro es que merece la pena volver a sentir lo analógico y tiene lógica, ya que nos acerca un poco más al ser, a ese ser que vive con nosotros y que lo tenemos dormido con tanta tecnología en el bolsillo.
Esta entrada no será colgada en mis redes sociales, por lo tanto sé que la interacción de esta no llegará muy lejos, pero tampoco me importa mucho porque es parte del proceso. Quizás, algún día me quite totalmente las redes sociales y siga escribiendo por aquí como quien le grita a un cubo. A mi personalmente estas entradas me valen para “calentar” antes de seguir enfrascado con el intento de mi próximo libro, que por otro lado, he de reconocer que la motivación es nula, quizás porque el marketing que empleo no es el adecuado y me consta que quizás tanto trabajo no me merezca la pena y que quizás lo mejor es guardarlo en mi cabeza hasta que esta deje de funcionar y aquel viaje, viaje conmigo al mi último viaje.
Son las 7:20 de la mañana, los trabajadores de la obra contigua a mi casa de alquiler, este exoasis que va tomando forma de urbanización europea, y con su llegada la de los golpes y ruidos y entonces es cuando dejo de escribir porque no me concentro, porque no puedo cambiar el mundo cancerígeno que brota por las dunas haciendo creer al ignorante que esto es evolución, mientras el empresario llena los bolsillos con la justificación de que si no lo hacen ellos, lo harán otros. (ahí va un nuevo grito al pozo de la nada)
En fin Si eres uno de las 14 personas que hay inscritas a esta web y te apetece compartir… es cosa tuya. A mi me da igual, yo sigo con el tratamiento.
Fernando eres un máquina…
Es mas facil dejarse de fumar que el movil listo, aunque yo fume y lo tenga.
Cuidate mucho!!
Un fuerte abrazo Paco!! a ver si nos vemos pronto no?
Opino igual que usted, buena persona y no es que reniegue del móvil es que lo odio a muerte. Me parezca un invento del maligno.
Hace tiempo que he dicho por activa y pasiva que si un día un genio cabrón, de esos que salen de las latas de Pepsi, me concediera un deseo el mío seria que el móvil desapareciera de la faz de la tierra y con el toda su memoria.
¿porque?
Pues porque creo firmemente que lo que aporta a la humanidad en general y al individuo en particular, aun siendo mucho que lo es, no compensa ni de lejos lo que nos quita.
Nací y viví sin teléfono fijo hasta los 10 años. Luego sin móvil hasta los 28 .
Me toco trabajar, relacionarme y montar un negocio sin el.
Después, siendo como era camionero de profesión, empezaron a llegar las presiones de la sociedad, de los clientes y de la familia por que me hiciera con un móvil. Que era muy bueno, una gran mejora en mis negocio, una forma de seguridad y tranquilidad para la familia.
UN MOJON de elefante vale.
Llevo desde el año 1997 con el móvil pegado a mi culo.
Primero aquellos moviline que tenían cobertura en ningún sitio que no fuera debajo de la antena. Luego llego Movistar con menos cobertura pero mejor “calidad” y después el malvado internet con su cacareada libertad,.
Y si, igual al principio era algo bueno, no lo se la verdad, pero como casi todo gran avance humano poco a poco se convirtió en algo que se usaba para el control, el aleccionamiento de la mente y la creación de necesidades que nos genera este mal llamado “primer mundo”
Pero una vez que descubrieron que se podía usar para manipular y cambiar las creencias, la ideología y ser EL MEJOR sistema de control de masas creado por el poder después de la religión …
¡¡¡Ay amigo!!! desde ese momento no sabes como odio a este puto móvil.
Y vaya por delante, que después de todo este texto puede parecer que no es así, que la culpa no es del móvil, que bendito invento mas bueno si se usara para lo que fue creado.
La culpa siempre es de lo mismo.
Del ser humano……
Muchas gracias Miguel! esto es otro artículo 😉