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Y finalmente pude salir el Viernes 4 de Marzo. Una semana más tarde de lo previsto y con solo 16 días por delante para hacer los cerca de 6000 kilómetros hasta llegar a Nordkapp y antes de que terminase el invierno. La duda 5 minutos antes de salir era si tirar por el Mediterráneo o por la ruta de la plata, pero un mensaje de Xabi Borrinaga, desde Vitoria, me animó a que fuese por la segunda opción. Me monté en la moto, salí del taller de Gonzalito, el GSA Motorsport, y fui a Puerto Real para despedirme de mis padres. De allí… Al norte. Autovía, carretera y manta. A la altura de Cáceres y haciéndome a la moto… Esta y cuando su tanque había hecho unos 240 kilómetros se paró. Me quedé sin gasolina como cualquier novato frente a una máquina desconocida. Un tipo me ofreció dejar la moto en una empresa e ir juntos a por algo de gasofa, pero al abrir el tanque, pude ver que algo había. “si quieres, te sigo en la moto hasta la gasolinera por si acaso te quedas tirado” Todo un detalle por este hombre… y menos mal que fue así. A los 7 kilometros se paró la moto, a 7 de la siguiente gasolinera. El desconocido siguió. Algo me decía que volvería con gasolina y así fue afortunadamente. Si alguien lo conoce, por favor que me ponga en contacto con el y podérselo agradecer de alguna manera.
Al llegar a la gasolinera el tiempo empezó a ponerse feo. Era el primer día y ya llevaba un pequeño surtido de acontecimientos para dar sentido a la palabra aventura. Me puse el traje que guardaba para el verdadero invierno y revestido como una cebolla continué mi periplo rumbo Vitoria. Por Valladolid llovía y lo hacia con rabia. Noté que la moto quería más comida de la que le llegaba. A veces daba pequeños tirones que achaqué a una bujía húmeda o a un hambre desconsolado. La noche llegó como lo hace todos los días. El problema ahora, era que con las manoplas, al quitar gas, rozaba en el botón de la luz para apagarla, por lo tanto tenía en mi mano derecha, la no fácil labor de; abrir gas, usar el freno delantero y aguantar con el dedo gordo el botón de la luz en ON. ¡Cómo llovía!
Después de 1000 kilómetros en estas condiciones y con la entrepierna mojada, ya que el traje es para la nieve y no para el agua… Llegué a Vitoria. Allí, en un peaje y después de que también me cayese una copiosa nevada, nos dirigimos a San Román de Campezo, un hermoso pueblecito cerca de Bermeo. Estaba muerto y ya había decidido que el Sábado iba a coger la moto “Rita la cantaora”
A la mañana siguiente me dolían hasta los pelos del culo, la sombra de las orejas y hasta los suspiros menos profundos. Aquel Sabado venían unos amigaos de Cataluña de Xabi y toda su familia. Comimos, bebimos y disfrutamos de un día maravilloso intercambiando culturas gastronómicas, sidras y bromas. Fue genial. Xabi y yo comprobamos que podía haber pasado con la llave de la gasolina de Pingu, la moto. Desmontamos y comprobamos que todo estaba bien colocado, pero a la mañana del Domingo y tras salir rumbo norte con un manto de nieve bajo nuestras ruedas, y después de hacer unos 100 kilómetros, la moto volvió a fallar. De nuevo esa falta de comida. Desde Lasarte llamé a Xabi y decidí volver para darle un nuevo repaso a la moto. En ese camino de vuelta y tras toquetear la llave de la gasofa, me percaté que dejándola en una posición inusual e “incorrecta” la moto iba correcta y bien. Aún así volví. Hicimos lo mismo; Desmontamos, colocamos, comprobamos y parecía ir bien. Aprendí como se quita, se pone y como funciona la mierda esa; Que si el “vacío” la admisión y mil cosas más de aquel trozo metálico. Todo parecía ir bien… por lo tanto a la mañana siguiente continuaría mi periplo.

A la mañana siguiente y después de levantarnos sobre las 7 de la mañana, comencé a preparar la moto para partir… pero la luz “corta” no funcionaba. Le dimos unos golpecitos cariñosos, pero esta murió en el acto… pero no solo eso. La moto se quedó sin corriente. Había saltado el fusible más escondido del mundo, así que hubo que desmontar media moto y me dieron las 12:30… aún así, decidí salir rumbo norte.

Y así fue, y en el mismo sitio, exactamente empezó a fallar de nuevo. Algo tenía casi claro… que a 100 kilometros, a ese nivel de gasolina, la moto empezaba a tocar la moral. Podría ser la modificación del tanque afectaba y quizás al ponerla en reserva a esos tempranos kilómetros, la moto no iba. (Teorias de la abuela cebolleta) Toqueteé y dejé la manivela en “directo” o “pris” y ahí no fallaba, lo único que tenía que tener en cuenta era ir mirando el consumo de la moto y cada 200 kilómetros encontrar una gasolinera… Así que tiré con ganas de llegar a Francia. La idea era llegar a París, pero después de tantos inconvenientes y después de conseguir un sofá mediante Couchsurfing en Tours, pensé que sería lo más razonable y sensato después de haberme levantado tan pronto y sufrir una intensa tormenta en forma de lluvia. Empapado y a cobijo de la noche, llegué a Tours (Francia) sobre las 10 de la noche. Allí me esperaba el simpático Sami. Un chico de 22 años, de origen Marroquí, dispuesto a ofrecerme una deliciosa cena de su tierra, cerveza y un hermoso sofá. Sobre las 3 de la madrugada nos fuimos a dormir. Interesante chico, tan joven y tan sabio, sin televisión en casa y mucha música en vinilo e incluso cassette.

A la mañana siguiente y agradecido, sobre las 7 de la mañana, nos preparamos para salir de la casa; el al trabajo y yo al norte de Europa. La idea principal era llegar a Hamburgo o a París a solo unos 250 kilometros de mi salida. Eran pocos kilómetros cuando me iba acercando a la capital, por lo tanto temprano y un poco tarde para llegar a Hamburgo a casa de mi prima. Aunque cansado, decidí tirar. a 300 kilometros pasados de París, el cansancio hizo mella. Tenía mucho sueño, así que en una gasolinera, me dediqué a buscar un sofá cerca Bruselas, pensando que estaba más cerca de lo que pensaba. Normalmente en Couchsurfing, cuando mandas una solicitud para dormir, pueden responderte a los tres días, al día siguiente o nunca y más aún cuando solicitas sofá para la misma tarde. Lo dejé enviado, luego me perdí como un carajote y en ese momento me llegó un mensaje de una chica, de Couchsurfing, que me dejaba el sofá de casa, en Bruselas. Me tenía que apartar unos kilometros de la ruta, pero no dejaba de ir al norte. Tenía esa opción, o acampar en algún lugar de la ruta camino a Hamburgo y mientras lo pensaba, el cielo se enfadó de nuevo y volvió a escupir. No había nada que pensar y al responder a Lise, que así se llamaba la chica, tenía otra opción… un Sr. que me ofrecía su casa nudista. Sí, si hubiese aceptado tendría un lugar donde dormir y libertad de ropa… vamos, que tenía que estar en pelotas toda la tarde y noche con un desconocido, lo cual no me importaba porque en ese aspecto tengo la mente muy abierta… solo la mente, y hubiese estado como mínimo curioso, pero ya me esperaba Lise.

180 kilometros y llegué a casa de Lise y de sus compañeros de piso. Aquello era lo más parecido a la serie “Friends”. Eran 4 periodistas y músicos. Me recibieron con vino y cena, pero había sido tal la paliza, que no tenía ganas de comer y mucho menos de hacerle el feo al dios Baco.
Entre Baco y María surgió la magia. Al ver a Stan un poco poco fumado, le escribí una canción. El músico hizo el resto y así quedó aquella letra entre inglés y español. Lo pasamos genial, reímos y con cierta nostalgia me despedí de ellos a la mañana siguiente. Ahora sí, tenía que llegar a Hamburgo, donde me esperaba mi prima Jessica y su marido Leví.

El día amaneció ventoso y nublado y aunque aquellas nubes afeaban el paisaje, no llovió y creo que el viento, las disipó. De Bélgica a Hamburgo, pasando por Holanda y con 3 carriles; el izquierdo solo apto para los Formula 1, el de la derecha para los camiones y en el del centro la clase media. 670 kilometros por delante y un día cojonudo para hacerlo en unas 7 horas con sus paraditas y las meaditas.

Mi prima vive en el barrio de Sankt Pauli, famoso por su gente dispar, sus sex shops, sus dance tables y sus putas en los escaparates, pero también conviven junto a teatros, cines, opera… unas mini Vegas que alumbraron en el inicio de la noche, haciéndome esbozar una sonrisa.

Unos 3200 kilómetros en 4 días a mandos de una vieja GS 500 que está viviendo lo que todas las motos quieren ver… Mundo. 275 euros de gastos entre gasolina y algunos peajes. Una media de 800 kilometros rodados por “día útil” un desgaste para este aventurero que ya no es un chiquillo fisicamente aunque un niño interiormente y que con esa ilusión e inconsciencia se lanza al mundo, importándole un carajo los números, la medias… pero no los pantis ni las bragas. ¿cómo era este bario? Bueno… No hay dinero para ordeñarme pero si ojos para recrearme… Me voy a dar un paseo.
Mañana intentaré cruzar Dinamarca y llegar hasta el sur de Suecia, concretamente a Malmö, donde me espera un Bombero español, dispuesto a dejarme dormir en el parque o en su casa, dependiendo de si trabaja o no.
Gracias por estar ahí… Sois mi gasolina.