Desde la terraza oigo a los músicos acariciar a la mujer de madera, mientras entonan una canción que ahora se me antoja triste. Cuatro pinchitos se doran en la barbacoa mientras me pregunto por qué.

Hay personas que nunca olvidas por lo menos a los treinta y tres. La vida me puso al lado un hombre. Un amigo de mis padres. Esos amigos a los que llamas tito y a su hijo primo. La vida a veces te pone familiares donde no los hay. ADN diferentes, físico y muecas carentes de lazos, de sangre. Da igual, si alguien ha formado parte de tu vida, de algún modo u otro se hace eterno, para bien o para mal.

Me enseñaste a decir palabrotas mientras mis padres estaban en la cocina. “Di esto, di lo otro” Me enseñaste a pinchar una rueda de moto aquel verano, quizás del año 88, por que nos tocaron los cojones unos jóvenes e inconscientes borrachos. Tiendas de campaña en la infancia. En tus brazos en aquella boda. “Fernandito” a los 4 años “Fernandito” a los 33. Dos besos, los apretones de manos son para los desconocidos. Me saqué el carnet a base de “koskis” cada vez que olvidaba poner el intermitente mientras controlabas los pedales desde el copiloto, en el coche de tu autoescuela. Piropos a desconocidas dibujando aquellos dos hoyuelos en tu moreno rostro y paletas separadas. Tus colecciones de pequeñas motos, mecheros, maquetas de coches… Un niño en el cuerpo de un hombre. Travieso. Un niño en el cuerpo de un hombre, de los que hace los deberes y come lentejas en casa de su amigo, mientras que en su casa no le gustan.
Conocí a un Mexicano igualito que tú. Le hablé de ti. Le conté estas historias e incluso le hice una foto que por ahí andará.

Pero has decidido irte. Decisión propia. Fríamente estudiada y calculada. Hay dos días especiales en la vida: el día que llegas y el día que te vas. Algunos luchan por quedarse perdiendo esta guerra mientras que otros deciden marcharse voluntariamente. En mi vida no creo que podrás escaparte con facilidad porque son muchos los recuerdos vividos, y recordando, se mantiene la llama. Te has ido como has vivido… como te ha dado la gana. No todos pueden decir lo mismo. No lo veo ni mejor ni peor pero es una simple opinión y ha sido tu decisión. Ojalá hubiésemos tenido un plan B.

Mientras el músico termina con los últimos acordes y me sigo preguntando por qué, solo quiero que sepas que te voy a echar de menos, con tus pros y tus contras.

Dos besos Pepe, porque los apretones de mano son para los desconocidos.