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Hemos visto hombres luchando en la playa; por deporte, por agarrar la vida y evadir la muerte. Hemos visto a niños que eran hombres y a niñas mamás. Hemos visto la riqueza material, la natural y la moral. Hemos visto mundos sin hipotecas y con tiempo libre y libres encarcelados en hipotecas. Hemos visto la miseria en coches de lujos. Hemos visto la hipocresía personificada. Personificada hipocresía que se disfraza de ayuda, cuya realidad es sangrar. Hemos visto paisajes violados. Hemos visto la compasión, la diversión y la maldición. Hemos visto la necesidad y cuerpos como moneda de cambio. No hemos visto abundar el amor por estos lares. Hemos visto lo que no quería ver pero debíamos contemplar, para analizar, para aprender, para no caer.

El tiempo. Tiempo que pasa tiempo que no vuelve. Los que tenían tiempo bajo esos techos afincados en paredes de adobe sonreían mientras sus hijos jugaban en la puerta de casa. He visto caras desencajadas hablando, gritando, esbozando en un smartphone dentro de un choche de lujo, dentro de una chaqueta y corbata.

¿Quién es quién para decir que es el bien y que es mal, si incluso la justicia andaba semidesnuda con su pelo rubio al aire, con la única vestimenta de un trapo blanco y una balanza?
Tener por tener sin tener tiempo es no tener nada.

Querida Yumma, no te quedes con lo que hemos visto, al fin y al cabo, ver es simplemente el hilo conductor de aprender. Uno de los sentidos, para sentir. Quedemos con lo sentido y aprendido. Aprendido a observar en vez de mirar y a sentir sin juzgar. La vida es un aprendizaje continuo y con este viaje, estamos aprendiendo en la vida, un poquito más.

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