El otro viaje. Quizás el más importante por su enseñanza. Una enseñanza alimentada minuto a minuto, kilómetro a kilómetro colmando de sorpresas la propia personalidad de uno mientras se auto descubre. El otro viaje transcurre dentro del casco. Un casco que aísla sonidos del exterior volviéndolos opaco para encontrarte contigo mismo entre suspiros, pensamientos, lamentos y otras quimeras. Se llora, se piensa, se ríe y se vive. Se muere. Dentro del casco guardo un rostro que no importa y una sesera que aunque joven es, quizás, ya ha sufrido y vivido demasiado, sin ser demasiado el todo. La he llevado al límite en demasiadas fases de mi vida y por consecuencia una montaña Rusa y de recuerdos viajan conmigo allá donde vaya. Cuando viajas todo esto se acentúa llegando a ser un gigante de fuertes brazos y tres cabezas al que debes matar cuando aparece. Dentro del casco viajan mis hijos, mis padres, amigo, conocidos, el gurú, hadas, pasados, presente y futuro. Viaja el minuto pasado. El segundo transcurrido. Viaja un posible futuro. Viajan miradas del camino y de la vida. Viaja la esperanza, la alegría junto a la felicidad incompleta por la desolación solitaria de quien solo desea estar. Viajan contradicciones. Dentro del casco puedes llegar a conocerte realmente; A veces con alegría, otras con una inesperada decepción.

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En mi casco he tocado la batería con los Rolling y cantado con Kurt Cobain. He mantenido relaciones sexuales con Marilyn Monroe y escupido a Hitler. En mi casco nacen canciones. Ritmos junto a letras que la mayoría de las veces se pierden al llegar. Dentro de mi casco puede hacer frío en verano y calor en invierno.

Dentro del casco habita el miedo y una fuerza sobrenatural que pugnan por un solo sitio que a veces terminan compartiendo.
Dentro del casco está lo más sentimental y lo más visceral al mismo tiempo. Aquella curva. Aquel amigo que se fue para siempre con su voz y aquella sonrisa eterna. El abuelo. Una hormiga arrastrando su peso tres veces en forma de fruto seco. Un gigante derrotado por una simple piedra y un buen par de tetas. Aquel orgasmo y aquellos cajones vacíos. Una mesa con un solo plato y vuelta a comprar preservativos. Dónde dormiré esta noche si esta llega. Un presidente inútil. Primos en Alemania.

Qué fue de mi perro Lolo y que habrá detrás de la muerte. Dentro de mi casco hay un dios avaro, rico, déspota, cabrón que permite lo que mis ojos han visto o están viendo. Una virgen fulana junto a una paloma sonriente. Religiones impuestas bajo mantos de sangre. Un monaguillo bajo una sotana con la boca llena. Tengo un amigo cura… buen tipo. Incultura y mentiras. Campeones del mundo. Una silla de ruedas y unos brazos biónicos. Guarda railes.

En mi casco se llora de alegría y penas. En mi casco se ha pensado que quizás hoy era el último día. La última partida. El pitido final. Que quizás se terminen los reencuentros y los besos sin opción a despedida. En mi casco se ríe mucho. Me rio de ti si antes me he reído de mí y rías conmigo. Me rio de la vida e incluso de la muerte. De nuevo la muerte. De nuevo la vida. En mi casco “el que dirán” sin que me importe lo que opinen. En mi casco la libertad de no rendir cuentas a nadie por dinero, solo a mis hijos porque se lo debo. En mi casco se vuelve a follar. En mi casco se vuelve a cantar. Funerales. Cumpleaños y Bodas. Cuerpos descomponiéndose en aquellas ventanas al más allá a las que llamamos nichos y jóvenes con una venda llamada amor pudriéndose en vida, sin gusanos ni olores aparentes en la puerta de una iglesia o un juzgado… el hedor de la mentira. Cuernos.

En mi casco deseo el amor. En mi casco ahora me encantaría tener novia. En tres minutos amo a soledad dándome cuenta que quizás lo que más me pone es la simple conquista, a años luz a lo sexual. En mi casco piloto aviones. En mi casco soy actor. En mi casco grito de alegría, a veces es un estupor de emoción. En mi casco un cohete a la Luna con forma de polla. En mi casco un abrazo. En mi casco un puñetazo. En mi casco Carnavales de Cadiz y las fiestas de Tudela. Mierda, el piso de Tudela. La crisis que arruina a unos y hace más ricos a los ricos. Ladrones sin guante blanco y trajes de chaqueta. Mi inquilino no paga. Mi mano, un cuello, una ventana y un cuarto piso. ¿Dónde llevará esta carretera?

En mi casco hay un viaje paralelo. Sin orden, sin sentido, sin prejuicios como lo que has leído. En un viaje en el espacio y tiempo quizás lo más importante no son los kilómetros, los países, las fotos… lo más importante para mí, es que vas a conocer a un “Yo” que ni tan si quieras “Tú” esperabas encontrar.

Espero que algún dia tengas la oportunidad de conocerte, yo aún sigo en ello.