Hace unos días pude ver en redes sociales una encrucijada en la que algún acomodado usuario de Facebook escribía probablemente desde el sofá de su casa, con la tele de fondo e intercambiando una de las manos con el teclado del teléfono y los cojones de manera sistemática cada vez que observaba la elaboración de su obra. 

Es muy fácil opinar desde casa y también es muy fácil mentir desde la aventura aunque al segundo tarde o temprano se le pilla, ya que la globalización está ahí también para agruparnos de un modo u otro. La posibilidad de que cada vez haya más personas viajando por rutas parecidas, hace que alguna vez tropecemos con los mismos anfitriones que a su vez a veces son fortuitos y otros menos, ya que Fulanito pasó por aquí y le dio las indicaciones a Menganito. Como si fuésemos partículas del mismo río que finalmente van al mismo mar. 

Pero para poder opinar hay que poder ver y para poder ver hay un trabajo que quien no se ha iniciado en esto de lo audiovisual, no tiene ni la más mínima idea de todo lo el trabajo y exposición personal que conlleva, a sabiendas de que puede haber un mindungui en su casa intentando con un teclado y conexión a internet, derribar todo. Si quieres saber cuantas personas hay detrás de cualquier trabajo audiovisual, cuando termine la película quédate contando cuanta gente ha trabajado en ella. Inténtalos contar. Es un disparate. Luego vemos la calidad de algunos de los videos de estos viajeros, aventureros… llámalo como quieras y el tipo va solo y yo es que alucino. 

Atrás quedaron mis años de ir grabando toda mi aventuras. Horas y horas de videos que ahora duermen en un cajón, de los cuales durante la aventura, pillaba algo sin “visionar” todo el material ya que viajando no me daba tiempo, y colgaba algo en redes sociales o mejor dicho, en Facebook y youtube que era lo único que había. En mi primera aventura llevaba un HP portátil, una cámara de mano y la GoPro 1.

Aunque todo haya evolucionado muchísimo y donde a mi se me ocurrió la posibilidad de llevar una cometa para colgar la GoPro y tener otro punto de vista, ahora hay drones que prácticamente caben en una mano y la calidad de imagen es brutal. (Seguramente en unos años lo brutal de hoy sea la minucia del mañana) Mis intenciones no eran otras que grabar todo lo posible e intentarlo vender en un futuro. Finalmente no lo conseguí plenamente. La mayoría de los canales de televisión echaban de menos una pierna rota o el ataque de un oso o quizás el salto de la moto y mi persona por un acantilado. Otros canales solo querían el material gratis, como si te hicieran un favor con la típica frase en estos casos de “esto te valdrá como promoción” pero como no tengo ego no los cedí para no exponer mi intimidad, mi persona a cambio de que me pidiesen fotos por la calle. Otros sí que prácticamente regalaron el material para alimentar su ego edulcorando y falseando así las siguientes aventuras porque si de algo estoy seguro, es que la mayoría de lo que vemos en la tele está apretado, provocado, intencionado… para que sea más atractivo. ¿Quién se pone delante de una tele para ver una carretera con el sonido de una moto y que esta toma dure más de 15 segundos? Probablemente nadie. Aún recuerdo a ese aventurero decir cuando llegó a Nordkapp en casi invierno decir “¡¡Yo solo ante la bola!!” cuando yo había estado el año anterior en invierno y sabía de sobra que durante todo el año los touroperadores ofrecen paquetes de viajes donde se incluyen autobuses para visitar la bola. Creo que tampoco se percató que ya hemos aprendido que cuando alguien te graba es porque no estás solo. Es normal, porque para poder ser vendido, tiene que haber calidad de imagen y un argumento épico… en nosotros está poner en tela de juicio lo que vemos. Yo he tenido la real suerte gracias a un cupón de la ONCE el poder aventurarme a según que sitios y poder desilusionarme al ver la realidad que me contaban otros pero es muy difícil que le toque la lotería a todo el mundo y poder experimentar la agridulce realidad; Agrio por la desilusión y dulce por el placer de poder conocer, aprender un poco más con ojos propios. 

Lo que se encuentra uno en Tinder

A uno de los que se nombraba era a mi amigo Charly Sinewan tachándolo de que siempre estaba tirado por el suelo, a lo que pienso que si lo has visto siempre tirado por el suelo, es porque él quiere que veas eso aunque no solo enseña esa parte a sabiendas que la etiqueta de “torpe” pulule a su alrededor. Está claro que cuando te metes en berenjenales hay más probabilidades de terminar aparcando la moto apoyando el manillar. Siempre he dicho que ir desde el punto A al punto B, hay dos maneras de hacerlo… la fácil y la difícil y esta ecuación vale para cualquier parte del mundo. Charly va desde el punto A al punto B sin conocer la linea recta metiéndose por donde pocos te enseñan, mostrando mediante sus redes sociales a mi juicio, más la parte noble del mundo que la parte amarillista, la morbosa de este.

Mientras algunos solo ven la moto varada y se lanzan a criticar, yo me pregunto cómo cojones es capaz de grabar todo ese material, sacar el dron en medio del berejenal y atender la situación en la que se encuentra para luego poder mostrárnosla y que nada falle en el preciso momento y eso es absolutamente agotador; para, saca el trípode, colocado, pasa con la moto, vuelve, recoge el trípode y continúa. Es solo un ejemplo, no me quiero imaginar sacar el dron y grabar mientras estas en una situación jodida a sabiendas que la autonomía el aparatito es de quizás 15 o 20 minutos, tiempo en que se puede juntar salir del tinglao plus que el dron no termine en el agua también. 

Por todas estas mierdas yo siempre pensé que quien quiera saber realmente que pasó en mis aventuras que se lea el libro, donde sin tapujos y con la tranquilidad para la familia de que si lo he escrito es porque estoy vivo. En directo la familia también sufre bastante, me refiero a post en tiempo real en redes sociales por lo que intento edulcorar la mierda que me esté pasando in situ y ahorrar disgustos a mi madre. (Con 21 años me fui de guardaespaldas al País Vasco y Navarra por lo que en realidad la familia está bien entrenada. Pobres… lo siento) 

Es muy fácil desprestigiar el trabajo de alguien. Y sí, porque después de lo narrado, es un trabajo del carajo que algunos han tenido la inteligencia, que no suerte, de que sea remunerado levantando alguna postilla de algún frustrado que quizás impulsado por la envidia desde el salón de su casa llegando a utilizar su valioso tiempo en despotricar lo que le han permitido ver a coste cero. Cambiar de canal es menos costoso y sano pero eligen intentar tirar el trabajo de otros porque sí. 

He de decir que seguir lo que es seguir no sigo a ningún viajero. Veo algunos videos de Charly y otros me dan pereza por la sobreactuación que muestran o quizás simplemente es que yo no soy su público. No voy a poner ejemplos, solo pido un poco de responsabilidad como viajeros mediáticos, ya que muchas veces se tira de tópicos para enaltecer la aventura y eso afecta al país donde se desarrolla la historia y a futuros aventureros que decidan lanzarse al mundo del modo que sea. Bastante tenemos con los noticiarios. Os puedo asegurar que la mejor foto, el mejor video o el mejor momento es el que no se graba y queda a fuego en tu memoria. Para ti, solo para ti y quizás algún día seas capaz de expresarlo con palabras. Yo lo intento en cada libro. Eso no me hace mejor viajero ni mucho menos, es más, creo que es el ejercicio de un iluso que pretende que alguien se pare en este mundo acelerado a leer un libro o incluso ese humilde post que probablemente no llegue a ningún sitio. Por lo que llego a la conclusión que da igual qué y cómo lo haces ya que en la vida como la aventura, todos somos partículas del agua del mismo río que llegan al mismo mar, siendo en la vida un mar más oscuro y desconocido como lo es la propia muerte. ¿Qué más da? 

Charly tuvo el detalle altruista porque nadie se lo pidió, de hacer un video que se llamaba “Las huellas de El Búfalo” en el que narra y se desplaza hacia varios puntos de Alaska por donde yo pasé en invierno. Aquello hizo que vendiera muchísimos libros aquel mes y eso siempre ayuda aunque ese no fue el más grande de sus gestos hacia mi persona. El otro fue más real quizás por la intimidad que disfrutamos juntos a Roberto Naveiras de viajo en moto y Juan Berguño en Conil. 

Yo llegaba a Conil después de hacer Sudáfrica – Cádiz tras 6 meses en mi KLR 250 y mi tabla de surf al lado (Libro “Es que África es así). Unos días antes un club de motos que lleva el gentilicio de mi provincia, que me habían dicho de recogerme, que si podía retrasar mi llegada un día o dos o mejor aún para el siguiente fin de semana. ¿Retrasar para qué? Y es que Charly inauguraba una tienda en Málaga el mismo día y ellos debían ir ya que la marca que habría la tienda era un patrocinador o había intenciones de que lo fuese para un evento que hacen cada año. Aquello me dolió muchísimo. Después de 6 meses de aventura, la cual yo había calculado 3, yo lo único que quería era ver a los míos. Estaba claro que yo no era de los suyos y que lo importante para ellos no era el espíritu motero ni aventurero, ni lo importante era el sujeto del cual habían creado una página “Los amigo de El Búfalo” Me quedaron dos cosas muy claras; que lo importante era la pasta que les podía proporcionar aquel patrocinador y que yo había sido un muñeco, un abanderado de pega. Soy más sensible de lo que quizás pueda parecer y aquello os aseguro que me dolió muchísimo. Aquella desazón duró poco porque al llegar el barco a Algeciras allí había bastante gente en los que se incluía Roberto Naveiras y Juan Berguño que habían viajado desde Asturias. En comitiva fuimos todos hasta Conil y llovió cerveza. 

Ya entrada la noche y mientras charlábamos en la terraza de el Palo Palo, alguien me tapó los ojos sus manos desde atrás “¿¡Quién soy!?” A lo que respondí “Ni puta idea” y al descubrir los ojos era Charly que había terminado su compromiso en malaga y en vez de irse al hotel a dormir viajó hasta Cádiz para recibirme del modo que pudo, demostrando así la esencia de los verdaderos motoristas. Luego nos hemos vuelto a ver por Cádiz y mantenemos contacto por Whatsapp. 

Creo que ese es el verdadero espíritu motero y pienso que últimamente se ha querido consciente o inconscientemente hacer de la aventura una competición con el único premio de a ver quien la tiene más grande para llevarse la camiseta. Se habla de fichajes, de patrocinadores, cursos de aventura… y poco del romanticismo, aunque sea ya descafeinado por toda la tecnología existente, de lanzarse al mundo y hermanarse con otros aventureros. 

Anoche me encontré con un video (Haz click en “Video”) que me hizo llorar. Llorar del bueno. Es de 2Ruedas x el Mundo y con unos segundo y con una simple toma pude ver toda la esencia de por qué viajamos o por qué todos deberíamos aventurarnos al mundo. Por esos momentos en los que una simple charla intranscendental se convierte en magia. Quizás porque después de tanta música de corsario, rock´n´roll y muchos baches, me ha llegado al alma este video que quizás es el que pocos grabamos y en realidad es la tónica general de cada día. Quizás no tan espectacular en lo visual pero abrumandor por la pureza. Juzguen ustedes… o mejor no… no lo hagan.