En Libreville, Gabón, conseguí sacar el visado de Camerún, Benín y Togo pero el de nigeria me lo negaron como ya te comenté en la entrada anterior. Con lo que tenía, me puse rumbo Camerún sin tener claro mi destino exacto. Salí dirección Camerún por la ruta larga, por la que hay sin tener que pasar por nuestro ex territorio ,Guinea Ecuatorial. El rodeo en el mapa parece absurdo y de echo lo es, pero la ruta corta, te obliga a sacar un visado de Guinea E. para recorrer quizás 20 kilómetros, o quizás hay un convenio o puede que te dejen pasar son problemas, pero no quería experimentos y tiré por la larga que seguro que no pasaba por ninguna frontera. 600 kilómetros de esos que en mi moto me dejan las rodillas jodidas de verdad y la verdad, es que cuando llegue a Cadiz habré aprendido que la moto es de 250 c.c y que es muy pequeña y que 500 kms por dia, es más que suficiente. Llegué a Oyem (Gabón) Me encontraba unos 70 kilómetros de la frontera aproximadamente, pero era hora de buscar un lugar seguro. Mientras llenaba el tanque en la primera gasolinera que vi, pregunté a los empleados por un lugar donde dormir. Los precios no eran especialmente baratos y es que Gabón, no barato tampoco, no llega a los precios de Angola, pero casi se dan la mano. De la lejanía apareció un joven, el cual había sido llamado por la chica de la gasolinera. Nervioso, muy nervioso y con unas gafas de sol que no me dejaban ver su alma. Se las aparté mientras le dije… “Tranquilo picha… tranquilo” Iba cargado con barras de pan. Trabajaba en el Hotel. En ese momento tambien se acercó otro hombre. Bien vestido y con sus gafas de sol bajó lo había visto bajarse de un lujoso Land Rover. Venía a ofrecerse como traductor con su perfecto ingles. Me dijo que el chico me ofrecía una habitación por unos 30 dólares y le dije que si conocía algún sitio más barato. Me dijo que sí, pero que no eran seguros. Mi cabeza me dijo… “Aquí mismo picha que estoy chorreando de sudor y muy cansado, hemos avanzado avanzado mucho por esas preciosas y perfectas carreteras… aquí está bien” mientras el otro yo decía…”Eres tonto!! Con estos precios y lo gastado y lo que nos queda por gastar en visas no llegamos a Cadiz ni recomorcado. Cuando estemos por Senegal, si llegamos! Claro está!!….” CALLAOS!!! Y les dije a mis dos yo… Llevamos años viajando y siempre, siempre… al final salimos de los atolladeros… hemos vivido al día, el momento y ya está. Parece que ahora porque estamos en Africa, porque nos han puesto la cabeza como un bombo con tanta mierda… ¿Vamos a cambiar nuestra forma de viajar, de ver el mundo y las cosas? ¿Nos estamos haciendo mayor? Hay dos realidades, estamos tiesos y reventados. Necesitamos descansar y para descansar hay que estar tranquilos. Mañana… ya se verá.
Me acerqué al chico que aún tenía las gafas en la mano. “Ok” Agradecí al traductor su intervención y a la chica de la gasolinera. Al joven, mientras andamos un poco saliendo de la gasolinera antes de arrancar, a empujones como todo el viaje, a Yumma (la moto) ya que no tiene arranque eléctrico y la patada se esconde bajo la maleta, le dije… “¿Quitame algo de la habitación no?” y me dijo que no… Hice el amago de irme y el precio bajó 7€.
La habitación estaba limpia, con una buena televisión que no iba a usar y una ducha con agua caliente. La moto dormía prácticamente en la puerta y por la noche cerraban el recinto. Era un hotelito de una sola planta principalmente utilizado por trabajadores. Me dijeron que si quería cenar y eso eran lujos mayores, así que me abrí una lata y con eso me apañe.
Aún no había caído el Sol y me senté en la puerta junto a una mujer que vendía plátanos en la puerta de aquel hotel, cuya calle no era concurrida. De echo no era ni calle. Se encontraba frente a un carril de tierra roja y enfrente había una par de casas y una explanada donde unos niños jugaban a la pelota, aprovechando los últimos rayos de la estrella. El sonido de los niños entre risas. Esos gritos y ese peculiar olor al atardecer en invierno sobre una hierva regada por la humedad. Un cielo anaranjado y violeta a la vez. La llegada de mosquitos… me recordó a mi infancia en las pistas atrás de casa. Era así. Los niños sonaban así mientras jugaban, sudaban, corrían y a veces discutían. Estos niños estaban felices con una pelota vieja, otro con el aro de una difunta rueda y un palo con el cual la hacía girar. Entonces me pregunté que es realmente el desarrollo de un país, del ser humano…
En escena apareció Albino. Un Italiano de 74 años que venía de trabajar. Llevaba 40 años en Africa y a pesar de su pelo y piel blanca como la leche, decía que era el más negro que había allí. “Vente, te invito a una cerveza” Me fui con el y sus compañeros a tomar una cerveza a un lugar cercano, cerca del hotel.
Temprano a la mañana siguiente salí dirección Camerún. En ese de pequeño tramo de 70 kilómetros, los controles policiales y militares se multiplicaban. Era aleatorio para los coches pero siempre me paraban a mi. Curiosidad simplemente. Dónde vas, de dónde vienes, por qué…. Yo hago siempre lo mismo: Cuando veo el control en la distancia, me levanto la careta del casco, sonrío y me da igual la cara de enfurecido que me ponga, sigo sonriendo, el tiene más miedo que yo, porque yo puedo ser el malo, pero yo se que no. Si tiene el nombre en la solapa lo llamo por su nombre. Mientras esta mirando mi pasaporte le digo que soy turista. “Turista… moto y surf… jajaja” y terminan riendo conmigo.
Si algún dia tienes que hacer la carretera de Gabón a Camerún de sur a norte, que sepas que debes sellar a 30 kilometros de la frontera concretamente en Bitam. Sellé la salida y luego llegue a la frontera y lo supe porque vi una bandera de Camerún que si no, casi no me doy cuenta.
Me bajé de la moto y bajé por un pequeño terraplén mientras hasta una pequeña caseta de madera. Allí tenía el primer control. La policía muy amable, uno de ellos me llegó a dar su número de teléfono personal por si lo necesitaba llamar en algún momento. Registraron la moto, me pusieron la fecha de entrada y adiós muy buenas. Me sentí súper cómodo y bien tratado. Un poco más adelante tenía otro control, y no me preguntéis porqué. Creo que una es la policía, otros los “Germendari” o como se escriba y los militares. Pasado todos los controles y por una carretera de bastante calidad, conseguí llegar a Ebolowa. Pregunté en un Hotel que me marcó el Gps. El precio por noche era de 14€ y estaba bastante bien, pero cuando le dije que sí, me dijo que solo tenía doble y el precio era de 21€. Me fui a seguir buscando. Preguntando me mandaron a otro… 80€. De allí salí corriendo. No podía permitirme otra noche de semilujo o casilujo. Dando un paseo por la ciudad, vi un cartel. Lo traduje a mi francés que es de nivel 0, como “Albergue” pregunté y me dijeron que el precio era de 6€. Le pedí que me lo enseñaran. Algunas puertas estaban reventadas y no podían ser cerradas, los televisores estaban enjaulados para evitar ser robados y la ducha eran dos cubos de agua. Me pareció un lugar perfecto para dormir. (por los cojones) Un sábado en un lugar como ese, junto a un bar, os podéis imaginar. En la recepción había dos chicos. Futbolistas y otro señor que era el entrenador. El entrenador hablaba español porque había entrenado en Guinea Ecuatorial y allí hablan castellano. Me sentí arropado, la verdad. Todos los que pasaban por allí me miraban. Le dije a los chicos que tenía que pelarme, que todo el mundo me miraba raro. “No, te miran porque no hay muchos blancos aquí” y era cierto… solo vi a un blanco. Me ayudaron a comprar una tarjeta de teléfono e incluso a cenar. La cena era un poco de arroz con pollo, que comí temiendo unas cagaleras nivel 9… pero no da pasó y estaba delicioso.
La cerveza de medio litro o el refresco en este caso, cuesta un euro y poco. Así que en agradecimiento, invité a los chicos a tomar algo junto al Albergue. Llegó la noche y con ella la colgaera de algunos y las putas buscando dinero. Y un blanco es dinero por estos lares. Eres un billete de 500€ con dos patas. Una chica empezó a mirar en la distancia. Aparté la mirada primero, luego la botella y luego mi cuerpo y me fui a intentar dormir. Era temprano pero cuanto menos se me viese por allí mejor. Un tipo alto estuvo dando por culo. Preguntando demasiado hasta que me cansé y le dije que me dejará un poco en paz… Perdona querido lector, o lectora, me he vuelto a perder… pues eso que me fui a la habitación y rematé la cena con un paquete de galletas.
Estando en la habitación, podía oír la estruendosa música del bar. Con esa música africana moderna que es una mezcla entre reguetón, única musica que no soporto, y Rap. Musica muy agresiva a mi parecer y que te pone muy agresivo si te la ponen a todo trapo mientras quieres dormir…. bueno, esta musica y cualquiera en estos casos.
Al rato, alguien llama a la puerta. Era el chico de la recepción. Había alguien que me quería ver. Le dije que nadie me quería ver a esa hora. Miré al final del pasillo y era la chica… y detrás el tipo alto. Le pregunté que si era tonto. La noche, se volvió más oscura. De repente, una pelea en el exterior con palos incluidos rompió el silencio de la noche. La pelea se trasladó al interior del hotel y yo con una navaja en la mano, esperaba no tener que usarla, ya que la primera vez siempre da miedo. Las discusiones inundaba el pasillo con forma de gritos. No sabía si quería joderme a mí por haber dicho que no. Los gritos cedieron y conseguí dormir.
A la mañana siguiente me despedía de los chicos y al de la recepción le dije que como se lo ocurrió semejante idea. Me dijo que no era puta, que era una chica que yo le gustaba… ya… en fin.
Podía ir a la costa por un carril de arena, Kribi, o a la capital directamente para intentar sacar el visado de Nigeria lo antes posible. Decidí ir a Kribi, donde era famosa por la constancias de sus olas. Sumergido en la selva crucé por una pista bastante buena hasta llegar a la costa. Unos 170 kilometros maravillosos en los que te das cuenta que estas en Africa y es que si algo estoy aprendiendo, es que africa puedes cruzarla, por lo pronto hasta ahora, por buen asfalto y si quieres ver africa hay que perderse un poco.
Al llegar a Kribi, pregunté por las olas directamente y dependiendo donde estuviesen buscaría un lugar donde dormir. Un poco más al norte y mirando el mapa, podría haber una rompiente buena y allí que me fui. Me metí por un carril que daba a la playa y a unos metros había una especie de complejo turístico. Por una de sus puertas salió un hombrecillo muy negro, con perilla y buena barriga. Mientras conversábamos y supo que era español, empezó dialogar en mi idioma perfectamente. “Yo también soy surfista” dijo orgulloso. Esta tarde sobre las 4 entran olas. Le pregunté por el precio de la noche y eran unos 22 euros por noche pero cierto era que estaba a pié de playa… “Muy caro amigo, no me lo puedo permitir” Estaba reventado y hubiese cogido la habitación por 50€ pero era cierto que no me lo podía permitir. “18€ te la puedo dejar” Seguía siendo caro, pero ese bajar de dígitos, me impulsó a quedarme. Total, solo iba a ser una noche y si eran más, luego una vez acordada la habitación, me dijo que podía poner la caseta por 7€.
La tarde llegó pero las olas no fueron lo que yo me esperaba. El agua negra, según me dijo, por una cascada que había cercana, pintaba el mar por aquella zona. Al otro día llovía así que me quedé una noche más y al siguiente los soportes de la tabla de surf se rompieron mientras los apreté con fuerza. Lo conseguí arreglar y la mañana del Domingo, se convirtió en uno de los dias más desagradables de mi vida.
Habíamos salido la noche anterior y todo surgió como surgen estas cosas. Uno conoce a uno en la playa mientras surfeas, una chica italiana de médicos sin fronteras que se une y el que vende sus artes talladas en madera también. En los viajes, excepto en este que salí con la familia en Johannesburg y a tomar unas inocentes copas con mi amigo Robbie en J Bay, no he salido… ah, bueno sí… en Namibia tambien y en Angola un par de veces… es cierto. Y es cierto que yo no salgo, que me sacan. (De fondo puedes escuchar una pequeña tos) Ahora en serio, siempre me han sacado. El caso que nos liamos después de que la chica invitara a su pequeño, étnico y multicolor harén a una buena mariscada y hablo de las de plato y no de cama. Yo solo tenía que sentarme y las cervezas llegaban solas, unas detrás de otra, hasta que vi que dejé de ver y me pedí una azucarada bebida nacional cuya composición es: Agua, colorante, azúcar y más azúcar. Bebí unas pocas hasta que los peos olían a calipo y la visión a la vida. Gracias a esa visión puede ver a una chica preciosa, bailar al otro lado de la discoteca. Estábamos sentados. Varios grupos sentados en taburetes altos sobre unas vitrinas, otros en mesas bajas y la italiana y yo éramos dos fluorescentes más en el recinto. “Mira aquella chica, es preciosa” No era guapa, era simplemente… iba a decir perfecta, pero tampoco había mucha luz para comprobarlo ni un acercamiento, ni había abierto la boca ni la había visto sin peluca ( creo que el 90% de las chicas en Africa llevan peluca, el otro 10 no tiene cabeza)
Digamos que estaba “Mugüenalajaputanoveapichaquepelotaso” o que tenía unos ojos para comerle todo el… y mil disparates más. Ni corto ni perezoso, el colega, con su gorra de Louis “Butrón” Alzó la mano y la chica, que cerca no estaba, termino rozándome duro culo en la rodilla, confirmando así, que la chicha estaba de buena, directamente proporcional a lo puta que era. Pero puta con peddegre, y hay dos cosas por las que no paga uno, ni por putas ni por agua. Le pregunté al chico… pregunta retórica sea dicha de paso… que qué hacía. Hacía un gesto con la mano como si barriese con las uñas en señal de… pa ti, pa ti. No me había dado tiempo de pedirle que dejara de rascarse el “callejón de la peste” en mi rodilla, cuando un tipo bastante grande y fornido la agarró por el pelo. En ese momento un regusto a calipo de fresa asomó por mi boca y pensé que era un peo en dirección contraria mientras que a la vez y en esas centésimas de segundo pensé que estaba a punto de descubrir, la verdadera belleza de aquella pantera negra, al verla sin peluca.
Cuando fui a reaccionar extrañado, ya me habían sentado al otro lado de la alta mesa. “No te muevas de aquí” El colega de la gorra lo apartó y os juró que le legaba por le hombro al otro. Napoleon, Hitler y Franco eran unos pequeños cabrones… como el perro de una vecina mía.
En escena apareció el portero con un chandal del F.C Barcelona, y no era Valdés, la chica… ¿Que chica? desapareció como si de un croma se tratase. Me levanté de la silla y separé al pequeñín del otro y le pedí que por favor que pararan. El portero me puso una mano en el hombro y me sentí butanero. Le sonreí “ostia picha… del Barça, yo soy de Barcelona, de la misma rambla, donde está el Colón, allí tienes tu casa” Mi nuevo aliado sacó al un poco menos grande que el rápidamente. Luego me acompaño a mi y al gorrita a los aledaños de su particular Camp Nou. La puta, la italiana y el otro, se perdieron en la oscuridad de la noche, aunque entiendo que a una le costo mas que a los otros dos.
Me quería llevar a otra discoteca y le dije que un mojón for you. Pillamos una mototaxi y me devolvió al hotel.
La mañana se volvió pastosa, como todas las mañanas de los domingos de cualquier chiquillo adolescente que empieza a descubrir lo que la noche esconde. Dentro del mosquitero yacía mi cuerpo semidesnudo y mientras los gases ingeridos la noche anterior explosionaban en el silencio de la mañana, haciendo que los pájaros del exterior, exóticos y bellos iniciaran el vuelo de un modo despavorido interpretando tras majestuosos trallazos, la presencia de un cruel cazador… y abro paréntesis.
(Querido lector, lectora… no os pedéis imaginar lo que es viajar el extranjero, bueno, que digo al extranjero… aun país tropical y poder pegarte dos o tres buenos peos sin que caldo escape. Es el placer nivel 11, sobre 10. Peerte y no cagarte, al espejo mirarte y decir… ahora sí)
Pero en medio de ese regocijo narcisista, entre sueño y sueño y sabiendo que son las 7 de la mañana aun y que la cama hay que disfrutarla a tope… Alguien llamó a la puerta. Era la chica del Hotel y decía que alguien quería verme. Pensé dentro del mosquitero y a su vez, dentro de mí y quizás dentro de un sueño; Mis padres no, mis hermanas, tampoco… mis cuñaos… no. Mi hijos no. El del banco… ¿Tanta molestia? no Alcé la voz… NOOOO! ESTOY DURMIENDO!!
No se exactamente el tiempo pero volvieron a llamar y ahora los golpes en la puerta eran más intensos. JODER! Exclamé como si estuviese fuerte en ese momento. Salí de la cama y abrí la puerta tras ponerme una camiseta. Dos tipos que jamás había visto en mi vida, uno gordo o grande y el otro flaco pero de buena talla me esperaban detrás de la madera con ropas de transeúntes. Uno portaba una especie de pegatina o cromo grande plastificado que supuestamente era una identificación policial. ¿Que pasa? pregunté… ¿Dónde está la chica? a lo que aun entre el sueño y el desconcierto le respondí… ¿Que chica ni que chica? Aquí la única chica que hay es esta…. y le mostré la mano.
-Vamos a registrar todas sus cosas y luego quiero que me acompañes a la oficina de policía.
-No tengo ningún problema, mientras voy a llamar a la embajada.- Pero ni había saldo para llamar en el teléfono ni cobertura de internet.
-¿Para que vas a llamar a tu embajada?
-Mira! ¿Crees que es normal?-Mientras intentaba inútilmente llamar a la embajada y al teléfono que me dio el policía de la frontera, pero fue en vano.
Comenzaron a mirar en todos y cada uno de los recovecos de mi equipaje. En una bolsa metieron todas mis cámaras, un cuchillo que llevo conmigo, ordenador, ipad… todo.
Después de un exhaustivo me invitaron a que los acompañase. En la puerta un coche de mierda, enano y feo, era supuestamente el coche policial. Sin protecciones en el interior para ellos ni nada. El utilitario de una persona de pocos recursos cuya hoya era ese auto. Entonces fue cuando empecé a mosquearme. Antes de meterme en el coche pensé en correr… ¿pero a dónde, para qué? No sabía realmente si eran policías. En la terraza un hombre italiano con su mujer camerunesa. Le miré y le pregunté… ¿Esto es normal? Y se encogió de hombros. Pregunté por Gabriel, el pequeñito y surfista encargado que hablaba español, pero no estaba. Nadie se movió por mí. Nadie hizo absolutamente nada y la humedad del país se plasmó en mi cuerpo en forma de gotas de sudor. En ningún momento dejaron de ser amables. Solo quería que una vez dentro del coche esa aptitud continuara porque de lo contrario, estaba en medio de un secuestro. Me senté detrás del conductor, en caso de que el copiloto me atacase lo tenía de cara y con la posibilidad de estrangular al conductor hasta que el coche parara. Les pregunté que si realmente eran policía. Me dijeron que sí, que ya me habían enseñado la identificación, que en aquel momento casi ni aprecié. Les insistí que dudaba de ello pero nadie volvió a enseñarme la acreditación. -Somos de la secreta. Por eso no llevamos uniforme.
Cuando el coche ya se encontraba en zona de cobertura, cierto es que no cambiaron la aptitud, conseguí colgar en Facebook lo que estaba sucediendo. Ellos al ver que escribía, me preguntaron que a quien escribía y se lo expliqué sin mentir. Luego guardaron el teléfono con los demás tiestos.
Llegamos al cuartel de esta policía especial. Los vecinos saben lo que hay ahí dentro y curioseaban al ver al presunto terrorista subir las escaleras. Una chica supuestamente haría de interprete, pero cierto era que entendía mejor el ingles de ellos que de la chica. Sacaron mis cámaras, discos duros y comenzaron a visionar todo lo grabado desde que entre en Camerún mientras preguntaban. ¿Por donde has entrado al País? ¿tienes amigos aquí? ¿Porque este viaje? ¿Porque en estos momentos?… y dos horas más de cuestiones.
Mientras transcurría el interrogatorio yo me sentí más cómodo y ellos más convencidos de que lo que tenían delante no era un terrorista de Boko Haram. Que realmente estaba allí haciendo un viaje y poco más.
¿Cual es tu religión? Me preguntaron. Lo miré a la cara y le dije que no creía en ninguna religión. ¿No crees en ninguna Religión? ¿Como va a ser eso? Alguna religión tienes que tener… A lo que le respondí…
¿Para qué? Miraos… Los que realmente ganan dinero con todo esto usan la religión para que os matéis los unos a los otros. La religión es la excusa y el motivo es el dinero y así a lo largo de la historia. Para que quiero una religión si no creyendo en ninguna puedo respetar a todas mientras vosotros os matáis. ¡Asómate por la ventana!. Hay mas religión que comida. Si no hay comida… Reza, si no hay dinero… reza, si no hay salud… reza, si nada tiene sentido… reza. No amigo no.- inevitablemente y soltando quizás toda la adrenalina de la mañana, comencé a llorar…- Mira lo que me habéis hecho por culpa de la religión. Pensabais que era un terrorista de esos que se suicidan en nombre de su dios. Yo que soy un turista de mierda y que jamás volverá aquí, porque lo de hoy no lo voy a olvidar jamás y este es el recuerdo que tengo y que contaré a mi gente sobre este lugar… y aunque le cuente mil cosas bellas, esto es lo que por desgracia les llamarán más la atención y siempre recordaran de mi viaje… el día que me arrestaron por tener perilla y pensar que era un terrorista. Es triste, pero así será. – El policía al ver mi consternación me pidió disculpas. Le dije que entendía su trabajo, pero que no me pidiera que tuviese religión.
Me llevaron de vuelta al hotelito. Psicológicamente estaba tocado y me planteé mandar al traste el viaje. Vender la moto o incluso abandonarla, pillar un vuelo y al carajo todo. Lo pasé realmente mal. Pagué una noche más y pedí que me cambiaran de habitación. La sensación de sentirme observado era abrumadora y de inseguridad mucho más. Los chicos de hotel me pidieron disculpas por lo ocurrido, pero de cierto modo y en un principio arremetí contra ellos y es que tambien la policía, hubo un momento que me tacho de mentiroso por que en la ficha del hotel, algún lumbreras puso que yo era “Voluntario” creando la confusión en los policías. También porque nadie explico o se acercó. En fin.
Muchos miedos. Ya no sabía si había sido de la noche anterior la que llamó a la policía, o simplemente una casualidad o yo que sé. Al otro día iba a salir y diluviaba. Tanto fue así que las calles de la ciudad de Kribi se vio afectada.
No pude salir. Entre una cortina de lluvia llegó un 4×4. Era un matrimonio Holandes. Hablamos de nuestros viajes y me comentaron que ellos iban a realizar la misma ruta que yo pero que su embajada les había desaconsejado que marcharan por el sur de Mali, justo por donde yo mismo tengo o tenía o ya no sé, pensado pasar. Concretamente por Sikasoo, ya que habían estado bombardeando a un grupo de terroristas y estaba la zona bastante caliente. Mierda! pensé y otra excusa más para volverme en un avión a España sobrevoló mi mente. Pero bueno, mi objetivo, en caso de continuar era encontrar el visado de Nigeria. Si me lo daban bien, si no… pues mál, muy mal y vuelta.
Volví a conducir la moto y cuando estás en ella los miedos desaparecen. La confianza brota de tus puños y una sonrisa se vuelve a dibujar dentro del casco. Ya parece que todo está bien, que no ha pasado nada y que el país que pisas es el más seguro del mundo, porque ahí hay algo que te dice que es así.
Llegué a Yaoundé. Directamente y en la misma mañana me dirigí a la embajada de Nigeria. Por ahora las embajadas suelen estar en barrios buenos y seguros. Entré y pregunte que necesitaba para el visado….
Y podría contarte mil cosas… pero tienen mi pasaporte dentro de la embajada… y me han dicho que el próximo lunes vaya por el… y han pasado 2 semanitas desde que pregunté. Ya os contaré.
Gracias a todos… SOIS MI GASOLINA
Por fin he podido terminar de leerloooooooooo!!!
Uf que viajecito más movidito, Bufaloooo!!! Que estás haciendo historia (la que vas a contar a tus hijos, a tus nietos) y por supuesto la que vas a escribir en un libro que ya estoy deseando de leer! jajaja… Vamos!!!!
Bufalo: ánimo y Topalante.
Y si no se puede porque no, no pasa nada. El caso es que llegues a Cái.
Un cordial saludo.
Topalante.
Que llegues a Cái en el medio que sea, pero que llegues. Te lo deseo de corazón.
Una retirada a tiempo puede ser una victoria.
Animo.
Topalante.
Con Cabeza… Llegaremos en la moto. Cabeza y paciencia