Soy un simple viajero con varias etiquetas colgadas en el manillar de mi moto: Temerario, inconsciente, loco, suicida… etc. Con estos adjetivos quizás lo que piense caiga en saco roto ya que a los locos no se les hace caso, a los suicidas se les esquiva y a los locos inconscientes se le regalan bocadillos de consciencia, en forma de cápsulas repetidas; una por la mañana y otra después de cenar. Me importa un carajo… de los de mar.

Me despierto y enciendo la tele después de mucho tiempo, ya que no me hace bien y donde esté una buena música, que se quite el noticiario matutino. Nada, en todo este tiempo había cambiado. Un escenario diferente con los mismos gritos de dolor. Polvo mezclado con sangre en caras inocentes. Un estallido… otro. Humo desde un amplio plano de la ciudad. Niños corriendo por una playa huyendo hacia la fortuna. Es curioso… muy curioso. Aquí, en España las avionetas tiraban balones de nívea y allí tiran folletos avisado que los van a matar. La inocencia de un niño es tan pura e inocente en una playa de la franja de Gaza como en la playa de Roche en cadiz. Los niños de aquí corren al chiringuito con varias monedas que les a dado sus padres, mientras dibujan una sonrisa junto a esos mofletes rojos y sudor veraniego. En aquella playa los niños corrían a sus casas huyendo de la guadaña, pero la guadaña alcanzó a tres de ellos.

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Religión. Ese gran negocio en el cual una de sus normas dice “No mataras” mientras bendice cañones. Ese gran negocio que vende lo que no puedes ver… el paraíso, el cielo… la mentira. La iglesia, ese escondite para homosexuales reprimidos, pedófilos empedernidos… clases de matrimonio. Demonios. Estoy seguro que no todos, pero muchos demonios con sotanas. La religión la excusa, el dinero el motivo… para matar. Para matar niños, mujeres, hombres… personas. ¿que es una persona? No hay definición correcta y completa para ello.
Aguanto un poco más frente a una fría pantalla que desprende dolor. Jóvenes, niños con metralletas emulando la estúpida imagen del Ché, mientras en un despacho se juega al Risk con una copa de buen whisky escocés como un racista fumando buen chocolate marroquí. Contradicciones. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” cuando “prójimo” puede ser considerado vecino. Nada me convence, me explica y menos aún me justifica tantos ríos de sangre, cuando los ríos deberían de ser de tinta, de sonrisas y entendimientos. 4 gatos. Son 4 putos gatos los que hacen esto.

Pero soy un simple viajero con varias etiquetas colgadas en el manillar de mi moto: Temerario, inconsciente, loco, suicida… y nadie me hará caso. Apago la televisión con el corazón en mi mano izquierda mientras me pregunto… ¿soy yo el temerario, inconsciente, loco o suicida?

No me da vergüenza llorar frente a una fría televisión que desprende dolor, me da vergüenza de ser humano, en un mundo carente de humanidad sin saber realmente que significa “humano” porque viendo esto, debo ser de otro planeta.