La madre de un viajero es igual que la madre de un carpintero, un marinero, un maestro, un heladero e incluso un manporrero. La del carpintero, los primeros días, lo único que quiere es que llegues con todos los dedos. La del marinero sufre desde que sale, hasta que vuelve de faenar. La madre del maestro sufre porque los niños son unos hijos de puta, que tambien tiene su riesgo, y la falta de respeto e incluso agresiones están a la orden del día; bien en youtube, bien en televisión. La madre del heladero sufre en verano porque su chico, no puede disfrutar de esa maravillosa estación del año o teme por los borrachos de última hora, que son los de la primera de su hijo. La madre del manporrero, teme que el caballo, en un ataque de gusto mientras es pajeado por su progenitor, de una coz y le haga cagar dientes.

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La madre del viajero, y hablaré lógicamente de mí experiencia personal porque es la única que conozco de cerca y como dato, es andaluza de sangre gaditana, creo que es un tanto especial o quizás diferente… a sabiendas que ni todas las gaditanas son iguales, ni todas las andaluzas tampoco. En definitiva, hablare de mi madre y al carajo pipa… al carajo pipa me va a mandar ella cuando lea esto.

Recuerdo el día que irrumpí en el salón con una brillante idea. Dar la vuelta al mundo. Creo que jamás olvidaré la escena. Mi padre veía un partido de fútbol desde su mecedora, pero no te lo imagines viejito y con boina, esa mecedora llevaba allí desde que nací. Mi madre en el sofá, que también, a día de hoy pasó a mejor vida, hacía punto de cruz.

-Voy a dar la vuelta al mundo en una moto

Mientras mi padre me dedicó medio segundo para mirarme y no más, dejando una sonrisa entre yo y la vuelta a la tele, como si lo que acababa de soltar por la boca era una jilipollez, mi madre, que no levantó la cabeza, porque las madres pueden hacer dos o tres cosas a la vez, dijo mientras hilaba punto tras otros…

-Este está acarajotao.
-De verdad mamá, que voy a intentar dar la vuelta al mundo.

En ese momento mi padre gritó un ¡Uy! mientras mi madre volvió a decir una de esas frases para que dejes de decir tonterías…

-¡No dices tu chocheras ni ná!

Chocheras es igual a tonterías, pamplinas, estupideces u o incongruencias. Y el “Ni, ná” es un Sí rotundo. Ella continuó…

-Tu puedes ir a donde te salga de los cataplines (Cojones, pelotas, testículos) pero a las 10 pongo de cenar… Cojones… que na más se te ocurren pamplinas… Que nosotros estamos muy viejos ya eh!! pa que nos des más disjustos (Disgustos) que estamos muy viejos ya… cohones…. (57 años)

Yo lógicamente, con pelos en los huevos no estaba pidiendo permiso, simplemente estaba avisando de que me iba a ir. Mi padre dejó de ver el fútbol debido a que la última frase de mi madre tenía más decibelios de la cuenta.

-Chiquilla, no le hagas caso. Tú cojones no tiene idea buena picha…- a lo que mi madre añadió-
-Desde chiquitito cohone, desde chiquitito tanto morcilla,… joé… que nació por los pies el mmmmm… mamonazo.

Mientras los preparativos avanzaban, mis padres me ayudaron en lo que pudieron en la venta de pulseras e incluso se abrieron una cuenta del facebook para poder seguir el viaje en un futuro. En mi blog www.lavueltadelbufalo.com tenía la posibilidad de estar controlado por satélite. Mi madre aprendió a usar el pc para ver por donde iba el niño… lo hacía todas las mañanas y todas las noches… y en los demás viajes nunca dejó de hacerlo, menos en el de Alaska porque ella mismo me dijo que estaba “cagá”
Y es que una madre es una madre. Y reconozco que la madre de un aventurero siempre lo pasa mal porque lo que llevamos en las manos es una maquina y el chasis somos nosotros y el riesgo siempre está ahí esperando. Lo único que me hace feliz, es que creo que están orgullosos de lo que hago, como lo hago y como lo cuento y al fin y al cabo, junto a mis hijos, son a los únicos que tengo que tener en cuenta antes de iniciar una aventura… pero como dice mi madre. “Da iguá lo que le digas, el hará lo que le sale de los cojones”
Os quiero mucho, te quiero mucho mamá.