Justo hace un año me encontraba por Canadá, en uno de los días más fríos del viaje. Desde España se celebraba una de las concentraciones invernales, más famosas y no me atrevo a decir si de Europa o el mundo porque sinceramente lo desconozco y quizás no sea ni lo más importante. Estando allí, recibí un video, del club Motorock de Santander, Cantabria. Me mandaban un saludo desde allí y es cierto que la emoción fue tangible. Recuerdo la emoción de aquel día durante el viaje. Lloré. Quizás cualquier gesto en aquellas condiciones y en aquella grandiosa y blanca soledad, se multiplica. Recuerdo esos gritos de aliento que yo mismo me daba. Recuerdo que la moto andaba con gasolina y yo por vuestros ánimos tan necesarios en aquellas circunstancias tan extremas.

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El tiempo pasa pero hay cosas que se quedan grabadas como aquella voz ronca; como la de un rockero jubilado o la de un grueso camionero, animando al Búfalo… pero lo más importante fueron los gestos más que las voces. Tambien recuerdo muchos escritos de vosotros, como si los estuviese leyendo ahora mismo.

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Vídeo saludo al Búfalo desde pingüinos 2014 CLICK en la foto.

Pasó el año, quizás uno de los más desaprovechados de mi vida y llegó el “No pingüinos 2015” ya que los ecologistas, se quejaron por la “agresión” se sufría el pinar ese fin de semana de cuatro dias, de todos los años, lo cual tengo entendido, no es era del todo cierto, ya que la organización dejaba todo limpio a las 4 de la tarde del Domingo después de hacer varias batidas por el pinar recogiendo las basuras de los menos “educados”. Lo que realmente es cierto, es que el municipio cuenta ahora con 5 o 6 millones de euros menos que el año pasado.

 

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Esa decisión de un juez no iba a matar la tradición de miles de moteros que decidieron ir a pingüinos sí o sí, sin pisar el pinar, claro está pero sí el municipio. Los chicos y chicas del club Motorock no iban a ser menos y respetando la ley decidieron realizar su particular desafio: Realizar los 300 kilómetros que hay desde Santander hasta Valladolid en sus Derbi Variant de 49 c.c

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Pako me “desafió” por facebook y por escrito, no en forma de video como aquellas muestras de ánimos, pero mientras leía su… prefiero llamarlo invitación, pude oír su ronca voz… Y claro que acepte. Primero porque me molaba la historia, segundo sin ser menos importante que el primer punto, porque de algún modo se lo debía y tercero… porque me apunto a un bombardeo y si encima es con buena gente, pues antes aún. Me prestaron una Derbi parecida a la que monté durante años para repartir pizzas por Puerto Real, 4 años concretamente. No recordaba que aquello fuese tan menudo, que frenara tan poco y que un día entre en Jerez con una parecida de pie en el asiento como si fuese un surfista, aprovechando que el puño se quedaba cogido. No se lo dije a nadie pero me emocioné mucho ya que directamente me transporté a mis 15 años y a ese tramo con los demás compañeros de la pizzería y Andres de MotoRacing21 con su Aprilia de 125 c.c de Valentino Rossi. El sonido de todas esas motos con sus “Tabi” “Polini” y ese exceso de aceite en la mezcla para evitar un posible gripaje, provocando un humo que a todos nos gustaba oler. Paco y los chic@s de Motorock consiguieron esa sensación tan bonita al invitarme.

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Al empezar, mi luz se fundió y como en Alaska, pusimos “un frontal” que se usa para la cabeza realmente, para intentar solucionarlo, pero al parar cambiar los guantes ya que me estaban haciendo daño y me impedían frenar, me separé del grupo y aunque “el bujías” se quedó apoyando con su luz y compañía, no veía, como decimos en Cadi… “un Carajo” y el jefe decidió subirla al carro por seguridad.
Uno de los chicos de Mototronco, llegados desde Cádiz no pudo ni tan siquiera salir, ya que su mierda de Scooter, ni arrancó. Con la moto en el carro y yo con los de Cadiz, más el bigotes, que había metido un pingüino de peluche en la rueda trasera, pensando que había gripado y a punto de ir al suelo, y eso lo vi yo, observé la carita de Fran, estaba bastante jodido de no haber podido ni intentar rodar por culpa de una moto. “Tranquilo, en la siguiente parada la arreglan y la mía… bueno… ya habrá amanecido”

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En la parada la Scooter no arrancó y efectivamente había luz y aunque siempre hay que llevar luz en la moto… ya la pondríamos en la siguiente parada. Con luz y a todo gas, la moto, cuyo dueño pesa 30 kilos menos que yo, no le daba el desarrollo y no iba la cabrona. Me agachaba, meneaba el cuerpo y mil cosas más pero nada. De pronto aquella moto se aceleró de manera incontrolada por mis manos ni mi mente… “ay omá que pasa aquí, que pasa aquí” y cuando miro atrás, me encuentro “Al Bujías” empujándome con una pierna. ¡Vaya circo! No paraba de reírme dentro del casco a la vez que el decorado se ponía cada vez más y más blanco, llegando a -6 Cº. Estaba retrasando la movida y decidí subirla al carro y que la viesen en la próxima parada. De nuevo en el coche con los de Cadiz y ya le dije a Fran… “No te preocupes picha, en la siguiente parada arreglaran la que me han dejado y la pillas tú, que yo de pasar frío tengo el cupo cubierto” Y así fue. No hizo falta arreglarla. Fran y el dueño de la moto, pesan lo mismo y la moto fue bien.

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Entre parada en Palencia y otra casi al llegar, entre risas y conversaciones sobre lo que acaba de pasar. Entre bromas y compañerismo, llegaron todas las motos y todos los chicos sanos, salvos y fresquitos al “NO Pingüinos 2015” 300 kms en aquellas pequeñas motocicletas con temperaturas bajo cero, calentadas por la ilusión de un niño en el cuerpo de un hombre llamado Paco. Calentados por la afición y amor a las motos. Arropados por sus mujeres que entienden y tambien aman las motos y lo que hacen, lo cual es muy importante. Vivir… porque de estas cosas se alimenta la vida, de vivencias y detalles como el que tuvieron conmigo esta pandilla de niños grandes. Gracias. Gracias por trasladarme inconscientemente a aquella maravillosa época de mi vida, la cual giraba en torno a una tabla de surf y una Derbi Variant.

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