Más que un viaje es una aventura. Una aventura que a veces se busca durante meses e incluso años mientras otros, y me refiero a los dos sexos, se la encuentran de sopetón. El inicio de esta aventura mayoritariamente se inicia en pareja; bien en el bosque, bien en la playa o bien sobre el testigo de vuestros sueños, enfados y caricias de cada noche e incluso a veces en un frío despacho exponente de montones de papeles. Esta aventura, desgraciadamente en España la continúan en pareja hasta el final de sus días, el 50% de los que la inician.
Una aventura que a veces une y otras separa con lamentables consecuencias y confusiones para el fruto de la aventura. Todos venimos de una aventura. Todos somos una aventura.
Esta aventura se hace día a día y sin moto ni vehículo que se precie. Esta aventura se hace con lo más profundo de tu alma. El instinto de protección por bandera y una lucha diaria que no cesa jamás. Esta aventura te ha cambiado la vida y tú, joven de ideas claras que irán cambiando a medida que madures, también te la cambiará. Un ejemplo de donde dije digo digo Diego. Esta aventura consiste en ver la fragilidad hacerse fuerte dia tras días mientras le sueltas frases que te suenan de antaño con la voz de quien inició la suya propia, su aventura.
Es la mejor de las aventuras sin lugar a duda aunque a veces duela demasiado. Aventura que mata otros momentos de tu vida que jamás pensarías que te importara un bledo que fuesen asesinados. Esta aventura, como todas las demás, te enseña. Esta aventura está rellena de miedos, alegrías, besos, abrazos, caras de comprensión y caras cansadas. Tambien porta lágrimas, a veces demasiado ácidas. No hay nada más duro que ver tu aventura sufrir y nada más gratificante que ver tu aventura sonreir. Porque como amas a esta aventura solo puede ser expresada por los que la iniciaron, porque no hay mayor aventura que ser padres.
Sin duda, la mayor aventura de mi vida.
A mis dos hijos… a mis padres.
Gracias por expresar y compartir lo que algunos nunca podremos sentir…