Llegar a la casa desde donde os escribo fue una carambola de acontecimientos no pensados. Mirando mi viejo nokia español ya en El Puerto Santa María y con una pesada maleta, me di cuenta que mi amigo Pedro de Conil, me había llamado antes de salir en dirección a Alaska, hacía ya casi cinco meses de aquello. Lo llamé para ver como estaba y la conversación terminó ofreciéndome una casa en el centro de Conil. Después de pasar por Puerto Real para estar unas horas con la familia, pasó a recogerme.
YO SOY DE CÁDIZ, CLICK AQUÍ PARA VER VIDEO
Y SONRIE
Aparcamos para tomar algo en El Central. Nadie me decía que hacía un poco de frío porque sabían de donde venía y aquello podría sonar a chiste. Una noche fresca para ser gaditana pero apetecible e incluso maravillosa para aquellos que me vieron pasar en una moto por aquellas gélidas carreteras. Saludé a Dani efusivamente, preparó las copas mientras tres chicos, acompañados de la señora guitarra entonaban versos en aquella maravillosa y solitaria noche del miércoles. En temporada baja pocos nos visitan y siempre digo que es porque nuestros políticos se empeñan en facilitar la construcción de hoteles para generar empleo, cuando lo más sensato, a mi parecer, sería fomentar el invierno que os aseguro que en la provincia de Cádiz, también es maravilloso. Pero los políticos no deben definir o moldear la opinión de ojos extranjeros y los míos han visto mucho el extranjero, pero son de Cádiz.
Tras unos sorbos con aquella música de fondo tan nuestra, decidí salir a fumar un cigarro. Había una brisa acompañada de ese silbido internacional sin enmudecer aquellos acordes del reciente desaparecido Paco de Lucía. Observé mi alrededor. El arco de la villa por testigo. La plaza de España su estomago y allí mi nueva casa. “Que te he echao de menos Cai” pensé entre caladas. Con sus calles blancas y estrechos callejones para reírse de la calor y el levante, durante cientos de años. Ha sido testigo de batallas, de alegrías y penas contadas con el doble sentido. Mientras me apoyaba en el emblemático arco, recordaba todo lo que había pasado en el viaje. Como la gente sobrevive en temperaturas que un gaditano no puede imaginar con certeza gracias a este clima. Recordé cuando en Watson Lake, mientras paseaba para ver las matrículas, llegué a tener nieve polvo hasta la cintura que sacudí recordando y añorando la fina arena de la playa del sur. Miraba mis pies sin esas enormes botas que llevé durante meses, días tras días sacando de mí una leve carcajada. La guitarra no paraba de sonar mientras una sonrisa extraña se dibujaba en mi cara acompañada de una barbilla arrugada y unos ojos que empezaban a humedecerse de la emoción que estaba sintiendo en ese momento. Unos chicos pasaron por la rotonda de los atunes, y me dijeron un “Hasta luego picha, ¿Ya estas aquí?”
Con el cigarro muerto y yo más vivo que nunca volví al bar. Pedro me preguntó qué me pasaba… “No sabemos lo que tenemos”
Puedes sacar a un gaditano de Cádiz pero jamás podrás sacarle Cádiz a un gaditano de sus adentros. Un gaditano cuando está en otra parte del mundo, es cuando más carnavales y flamenco escucha. Es cuando más seguimiento hace de su equipo y cuando más echa de menos el jamón, las gambas de Sanlucar de Barrameda aunque no lo haya probado en su puta vida. Un gaditano, aunque esto creo que es España en general, si hace una broma en Estocolmo o en Inglaterra sabiendo el idioma, nadie se reirá, creando ese aislamiento. Pecamos de conformistas pero no de carajotes, ya que el más tonto del pueblo aquí te hace un reloj con dos trozos de madera. Un gaditano necesita la playa aunque cuando está aquí no la visite todos los días. Las gaditanas. Ese arte para volverte loco con sus andares e incluso sentadas. A un gaditano lo que le jode es que le digan que cuente un chiste tras comprobar que son gaditanos. No somos humoristas, simplemente tenemos arte. También los hay tontitos como en todos lados, pero te hará un reloj… ya te he dicho.
Cuando me preguntan les digo que nací en Cádiz, criado en Puerto Real y actualmente vivo en Conil de la Frontera y que una Vejeriega me volvió loco por un tiempo con una mirada y una puertorrealeña de 13 años lo hará toda la vida.
Que tenemos los mejores caballos del mundo en Jerez de la Frontera y el mejor circuito del mundo en la misma ciudad. Banderas azules en casi todas sus playas y un paraíso para el Windsurf en Tarifa. El Vino. Les explico que Napoleón aún sueña con nosotros. La ruta de los pueblos blancos y esa sierra, lugar más lluvioso de España (Tócate los huevos), Los langostinos y los mejores pepinos. ¿Pepinos? y también el doble sentido.
Te he echado de menos. Muchísimo, a veces demasiado. Te he sido infiel durante muchos años en muchas partes de España y del mundo. Lugares muy bonitos con gente maravillosa que ha hecho que me abra la mente como ser, como persona. He visto lugares impresionantes que aquí no hay, es cierto también pero perdóname por ello. De todas las cosas que he aprendido viajando me quedo con una aunque no sea la más importante, debes saberlo. Cuanto más viajo, más te quiero. Y como dice David Fernandez… ¿Entonces sabes porque me quedo en el sur? Soy gaditano mi sangre es amarilla y azul.
Y SI AÚN NO ME ENTIENDES AQUI DAVID FERNANDEZ TE LO EXPLICA MEJOR
Fernando, contigo me quito el sombrero.
Un abrazo J. Ramón.
Esto ya es poesía al más alto nivel, con algún pequeñito taco que le da vidilla… 😉 me acabo de dar cuenta que la morriña de mis ancestros no es una exclusividad galaica, en el sur también se entiende ese sentimiento del emigrante, esa “saudade” que le llaman en Portugal o la “morriña” del Finisterre…
Muchas gracias!!