Ayer fue en realidad un día maravilloso. Cuando uno quiere comprarse un capricho tiene la capacidad natural de buscar y llegar a encontrar mil doscientas veinticuatro excusas para llevar a cabo el acto. Exactamente el mismo número de excusas que se encuentras cuando no quiere hacerlo. En mi caso, se iba a cumplir un año sin moto y estaba cansado de trasladar el día que me permitiese hacerme con una. Todas las mañanas mirando la página de segunda mano sudafricana mientras fantaseaba poder hacerme con una. Uno de los problemas es que esas motos están a más de 1.000 kilómetros de casa en el mejor de los casos, pudiendo llegar a los 3.000, aunque cualquiera que me conozca ya sabe que eso no es problema. El problema es que entre burocracia, impuestos y demás desdichas, finalmente hay que multiplicar el precio por dos para obtener el precio final y puede que falte algo. Para que os hagáis una idea, si un vehículo cuesta 3.000 euros, matricularlo en Mozambique te puede costar fácilmente otros 3.000 euros. Eso, o vives pagando mordidas cada vez que te paren y vean que no tienes el documento de importación temporal que le dan a cualquier viajero en la frontera, valido por un mes.
El caso es que entre una cosa y otra la moto nunca iba a llegar, al menos de esas maneras. Pero el otro día ocurrió pues lo que debía ocurrir mientras íbamos a una ciudad cercana a sacar el pasaporte mozambicano a mi hijo. Pasamos por una tienda de electrodomésticos, normalmente regentadas por indios y en las que puedes encontrar desde un calentador de agua, placas solares, cocinas, colchones y motos; normalmente chinas. Una me llamó la atención. “Esa marca la conozco” Era una Hero. Son motos económicas procedentes de India. Hay un modelo de 200 c.c que me encanta que es la Xpulse, pero no se comercializa en Mozambique y aunque tenía pensado ir algún día a Sudáfrica por una de ellas, nunca fuí por lo anteriormente explicado. Cuesta 2.500 euros (al precio actual de la moneda) y Hero te da 5 años de garantía o 100.000 kms.
En este caso la moto era una Hero Hunter de 125 c.c que normalmente se usan como taxi en la india o eso creí entender, por lo que son robustas y soportan con facilidad ir tres en la moto, ayudados por su enorme y confortable asiento. Le pedí a mi mujer que preguntara el precio de la moto, ya que a menudo y desgraciadamente, el color de la piel cambia el precio de la moto y de los tomates en este país. Triste pero es así. “83.000 meticais” dijo mi mujer al salir. También me dijo que con 3 meses de garantía. Eso son unos 1.200 euros.
De vuelta a casa ya tenía las mil doscientas veinticuatro excusas bien ordenadas en mi cabeza; El coche gasta mucha gasolina y esto permitirá ahorrar unos 80 euros al mes. Ahora viene el verano y el coche esta sin aire acondicionado. Me viene muy bien para ir a mis nuevas clases de Yoga. Lo bueno es que no hay que pagar importación ni viajar a por ella. Ayudo al medio ambiente…. Mañana vengo por ella y me lo pienso un poco. Lo único que no me convencía es que parecía demasiado de carretera, aunque siempre se puede modificar un poco para que ande bien por arena, ya que donde vivo o mejor dicho hasta llegar a casa es arena. Un poco pequeño el motor… pero bueno…
Al otro día y para terminar de arreglar los papeles del chiquillo, porque siempre falta un papelito, yo hice el viaje de ida con el casco y los guantes con la clara idea de llevarme esa moto. Mientras mi mujer hacía las gestiones, yo me fui a la tienda. Le pregunté si estaba lista para llevármela y me dijo que lo mejor sería apretar bien todos los tornillos ya que la habían montado pero sin ajustar bien todo. “Why picha? Why?” Efectivamente al coger el freno, el eje que sujeta el manillar al chasis se movía. Le pregunté si tenía herramientas y me dio las que lleva la moto y con eso no tenía para arreglar lo otro. Luego al arrancarla me di cuenta que necesitaba carburación y entre una cosa y otra, estaba claro que si quería esa moto tendría que volver en otro momento y con mi mecánico de confianza, Pasariño, para ponerla a punto antes del viaje de vuelta (El viaje de vuelta por carretera es de 110 kms, mientras que en el barco son 25, pero no pueden viajar motos en el barco)
Después de hablar con Pasariño, este me dijo que conocía otros sitio donde podía comprar una moto y que las mirases. Aunque el corazón me decía que comprara esa Hero y consciente que por primer año de mi vida, debe ser la edad, prefiero hacer las cosas con paciencia y menos a la ligera, accedí a ese viajecito de una hora a ver aquellas motos.
Cuando llegamos al sitio no me lo podía creer. Estoy escribiendo “Ahora o nunca” donde hay un punto de inflexión al inicio de la historia, donde mi amigo Arjen estropea su moto y paramos en una tienda para limpiar carburadores. Donde me dije “Joder que me gusta esto… yo tengo que terminar lo que comencé” Puede haber cientos de tiendas en Inhambane y era justo ahí. Los chicos me recordaban, tanto los de la tienda como el chaval que vende bajo una sombrilla, las tarjetas sim para los teléfonos. Un año después. Me preguntaron por las motos “big” y le expliqué que había llegado hasta España con ella. Flipaban en colorines. Y les dije que se había quedado en España y que ahora necesitaba una.
Tenia varias motos chinas, todas de 125 c.c y algunas de 90 aunque me llamó la atención que tenían una pegatina de 49 sin especificar que ese número fuesen los centímetros cúbicos. Me explicaron que se matriculaban como motos de 49 para pagar menos tax, ya que una moto grande es una locura lo que puede costar matricularlas. (A veces flipo demasiado en este país y me recuerda que en el mío de origen yo lo que estaba era amaestrado para seguir las normas)
Pero Pasariño se fijó en una. “Búfalo compra esa” Era una Big Boy velocity de 150 c.c. “Esas motos si que son duras y gastan muy poco. Son las que usan los repartidores en Sudáfrica”
La moto parecía nueva pero parecía haber sufrido en el transporte. Miramos el cuenta kilómetros y tenía unos 1000 kilómetros en el marcador, pero el guardabarros roto y otros detalles que la afeaban. El tipo nos dijo que no nos preocupáramos que tenía tres más en el almacén y allí que nos fuimos. Una de ellas, con 1100 kilómetros en el marcador, parecía estar más buenita que las demás. El precio final era al cambio de 940 €. Me ahorraba 260 euros respecto a la otra y ganaba 25 c.c más que quizás era lo que más me entusiasmaba. Era más bajita que la otra, como una bicicleta en verdad. “Al carajo, nos la llevamos” Pasariño convenció al hombre para que ampliara el mes de garantía en dos y que nos descontara 1000 Mt (14 €) con la excusa de que la moto la compraba yo, pero era un regalo para él.
Como soy blanco y la moto iba sin matrícula, ni seguro, ni nada, solo el papelito de haberla comprado en una tienda, fue Pasariño quien manejó la moto los 50 kilómetros de vuelta a su taller, donde le haríamos un cambio de aceite y arreglarle un par de cositas. Fue allí cuando me di cuenta que la moto tenía un llantazo en la rueda trasera. No preocupante, pero un llantazo que enturbió un momento que debía ser dulce.
Una vez cambiado el aceite, esta vez fui yo quien manejó la moto mientras que Pasariño conducía el coche detrás de mi. Me sorprendió que la moto, aunque justita de fuerza, alcanzaba con facilidad los 100 kms/h pero a los 110 se venía abajo, le faltaba comida, y se paraba… aunque luego arrancaba sin problemas. Pero lo peor no fue eso, que finalmente es anecdótico y la verdad es que por estas carreteras a mas de 80 ya es un peligro innecesario que no es necesario correr. Lo peor fue cuando llegando a casa paré la moto y esperé que pasariño se pusiese a mi lado. Bajó la ventanilla. “Pasariño ¿Recuerdas cuantos kilómetros tenía la moto?” Tornó los ojos al cielo y contestó tras pensar “Mil y poco. Mil ciento ochenta o algo así” Confirmando que los dos vimos lo mismo en la tienda. “Pues mira lo que pone aquí” Y su rostro se comprimió extrañado. Se podía ver muy claramente que ponía 10.180 kilómetros.
¿Había comprado una moto china de segunda mano por 10.180 kilómetros a precio de nueva o casi nueva? La sensación de gilipollas hizo que ya odiase la moto nada más comprarla. ¿Cómo la podía haber cagado así? Después de que se me pasara el enfado llegué a la conclusión de que quizás había saltado el cuentakilómetros gastándome la primera broma. Esa moto, por muy dura que sea, es imposible que brille tanto después de 10.000 kilómetros.
Acaba de salir el Sol y tengo una moto ahí abajo esperando. Tengo Yoga a las 8 y aun quedan dos horas… creo que estaría bien ir a tomar un café antes allí, donde termina la pista que bordea la playa. Ayer me dio un disgusto, pero espero que a partir de hoy sólo me dé alegría. El mes que viene le pondremos unas ruedas de tacos. Solo voy a decir una cosa que no va a ocurrir porque no quiero separarme de la familia, pero esa moto llega a Cadi, te lo digo yo.
Me alegro de que tengas moto “nueva”, como te he dicho otras veces, hay cosas que solo te pasan a ti, pero gracias a esto eres un tío original y divertido. Espero que ese viaje a Cádiz sea pronto, echamos de menos tus aventuras.
Pronto hay que volver a Cádiz. Estoy intentando montar un Cadi aquí, pero que va… es imposible 😉